LAS HUELLAS DEL DESPILFARRO
Presentamos un extracto del artículo "Las Huellas del Despilfarro" escrito por la Lic. Natalia Emma Basso en el cual se aborda la problemática de la alimentación a nivel mundial en relación al desaprovechamiento de alimentos.
Durante la década de 1960, la Revolución Verde logró reducir el hambre de alrededor de 1000 millones de personas en todo el mundo, merced a un innovador paquete de técnicas agrícolas que permitieron aumentar la producción de alimentos de 800 millones de toneladas en 1961 hasta más de 2200 millones en el año 2000. Fue un avance enorme, aunque con efectos que comprometieron el equilibrio ambiental y la biodiversidad, por lo que hace ya tiempo, se busca poner a punto fórmulas para mantener y aumentar la producción sin vulnerar los recursos naturales.
La cuestión es que no sólo hacen falta tecnologías “amigas” del medio ambiente sino también conductas que posibiliten un aprovechamiento más racional de lo que se produce. La actual producción mundial de alimentos serviría en promedio para alimentar a toda la población (unos 7000 millones en total), pero el hecho es que casi mil millones de personas pasan hambre, dos mil millones están desnutridas -es decir, carecen de los nutrientes esenciales necesarios para llevar una vida sana-, otros mil millones de adultos tienen sobrepeso y casi la mitad de ellos padece obesidad.
Al mismo tiempo, todo indica que la producción de alimentos deberá incrementarse aún más, puesto que se estima que para el año 2050 la población mundial alcanzará los 9200 millones. Muchas iniciativas intentan erradicar o al menos combatir el hambre y alcanzar la seguridad alimentaria -la disponibilidad, el acceso y el aprovechamiento biológico de los alimentos-, de hecho el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio es “erradicar la pobreza extrema y el hambre”. En este contexto, resulta absolutamente ilógico que un tercio de los alimentos producidos anualmente en todo el mundo sean desaprovechados.
La cantidad de basura que se genera a nivel mundial es alarmante, en particular aquella constituida por residuos de alimentos que, en ocasiones, son completamente aptos para consumo humano.
En 2011, durante el Congreso Internacional SAVE FOOD! [1] se presentó la publicación Global food losses and food waste [2], basado en un estudio realizado por The Swedish Institute for Food and Biotechnology [3] a pedido de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El trabajo reúne y analiza datos e informes sobre las pérdidas de alimentos que se producen a lo largo de toda la cadena alimentaria, y además remarca las causas así como las posibles formas de prevenirlas. El mismo reúne y analiza datos mundiales alarmantes: de los grupos alimenticios que corresponden al rubro frutas y verduras, se desperdicia el 45 %, igual porcentaje ocurre en el rubro raíces y tubérculos; en tanto los rubros cereales y pescados, tienen un desperdicio del 30 % en cada caso. Les siguen los rubros legumbres y oleaginosos, lácteos y carnes vacunas con el 20% de desperdicio.
Si bien los resultados del informe deben ser considerados con precaución, dada la escasa información disponible y a las dificultades para obtenerla, a nivel global se estima que si solo se evitara un cuarto de las pérdidas y el desperdicio de alimentos de hoy en día, sería posible alimentar a 870 millones de personas.
Uno de los datos más relevantes es que un tercio de la comida producida para el consumo humano es rechazada, es decir que anualmente alrededor de 1.300 millones de toneladas de alimentos pasan a integrar la basura. Estas cifras alcanzan toda la cadena agroalimentaria, desde la producción primaria hasta los hogares.
Se añade a ello el costo ambiental representado por la emisión de gases de efecto invernadero -generadas por la producción de alimentos o durante todo el proceso de la cadena alimentaria- que de este modo contribuyen inútilmente al calentamiento global y al cambio climático. Es decir que se sobreutilizan recursos como el agua, la tierra, la energía, los agroquímicos, la mano de obra, y por supuesto esfuerzo y dinero, para producir alimentos que nadie consumirá.
La producción anual de alimentos per cápita para el consumo humano ronda aproximadamente los 900 Kg. en los países ricos, mientras que en las zonas más pobres es de solo 460 Kg. Entre los hallazgos clave del estudio presentado en SAVE FOOD!, se estima que el desecho de alimentos asciende a aproximadamente US$ 680.000 millones en los países industrializados y a US$ 310.000 millones en los países en desarrollo.
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